Newsletter #8 – Ciencia para combatir el cáncer de mama

Sesenta.

Ese es el número de nuevos casos de cáncer de mama que se registran por día en Argentina. Esto quiere decir que hay más de 22 mil casos por año, lo que lo establece como el tumor con mayor incidencia en el país, según los datos oficiales del Ministerio de Salud. 

Ante esas estadísticas, todos los especialistas enfatizan en dos cuestiones centrales: la temprana detección de la enfermedad (la curabilidad del cáncer depende, en gran parte, del volumen del tumor al momento del diagnóstico) y de los continuos avances en relación al tratamiento. En este segundo grupo se destaca la labor de Albana Gattelli, quien con el respaldo de Ubatecsededica a buscar diferentes blancos moleculares que ayuden a generar nuevas drogas para tratar el cáncer de mama.

A continuación, en este envío, haremos un recorrido por una investigación tan fascinante como necesaria para la salud pública.

“Una contribución a la salud”

Quería hacer una contribución a la salud”. Esa es la respuesta de Gattelli a la primera consulta para este envío: por qué estudia el cáncer de mama.

Este campo de estudio acompañó a la investigadora durante todo su recorrido académico: en sus primeros pasos como estudiante, al realizar pasantías en el laboratorio de la doctora Edith Kordon mientras a la par cursaba la carrera de biotecnología; en su doctorado en la Academia de Medicina; y también en su posdoctorado en Suiza, al conseguir una beca para trabajar en la Fundación Novartis, en Suiza. 

Y en todo ese camino, Gattelli siempre tuvo en claro que su enfoque iba a ser el mismo: desarrollar ciencia básica. “Es centrarse en las bases de la enfermedad, es decir, ver cómo funciona el cáncer”, explica la investigadora del Conicet sobre esa disciplina científica y aclara que, si bien el camino elegido es “medio invisible” porque los resultados no serán a corto plazo, son el cimiento clave para la mejora en los tratamientos contra el cáncer.

“Lo que encontramos nosotros ahora va a tener resultados mucho tiempo después, pero si no están estos tipos de investigaciones no se llega al resultado final”, expone.

Ahora bien, Albana acepta el desafío de bajar al llano su línea de investigación que cuenta con el respaldo de Ubatec. Para ello, dice, primero es vital entender las siguientes definiciones.

Gattelli cuenta que su estudio está centrado en un determinado tipo de proteína, denominado tirosina quinasa, que le otorgan a la célula una señalización particular. “En especial estudiamos el receptor RET, del que se sabe que hay un estrecha relación entre su mutación y algunos tumores, por ejemplo, el de tiroides”, agrega.

Sobre el cáncer de mama, destaca: “Lo que nos interesa es que si bien el RET no suele estar mutado en los tumores mamarios, esa proteína sí está presente y hasta sobreexpuesta en muchos casos”.

Para investigar, justamente,  los vínculos entre la sobreexpresión del RET y los tumores mamarios, la investigadora analizó los cuatro procesos de la célula epitelial mamaria –tejido virgen, preñez, lactancia e involución– tanto en su estadío “normal” como con células tumorales. “Creemos que si entendemos la fisiología normal íbamos a poder entender lo que sucede en un tumor”, ejemplifica. 

Y, al ser una investigación preclínica, se utilizaron ratones transgénicos a los que se le indujo la proteína a estudiar.

“Factor pronóstico”

Albana y su equipo (entre ellos, Sabrina Vallone, la licenciada en Ciencias Biológicas que aparece en la foto de arriba) comprobaron que “cuando el RET está sobreexpresado en un momento particular, que es el de poslactancia, en ese período aumentan las lesiones neoplásicas”, apunta Gattelli. Y, antes de esperar cualquier pregunta, aclara: “Esas son lesiones micro en el que todavía no palpás una masa tumoral, pero que significa que está en formación, con un cúmulo de células tumorales que empiezan a reproducirse”.

Ese descubrimiento, cuenta Albana, es el punto diferencial de la investigación. Porque si bien ya existen y funcionan los inhibidores del RET, se da casi exclusivamente cuando la proteína aparece mutada en la célula. “Nuestro aporte fue detectar el factor pronóstico de un periodo particular, que es el de poslactancia”, sintetiza Gattelli y desliza la posibilidad de que se pueda repensar el tratamiento para que se incluyan inhibidores proteicos cuando el RET está también sobreexpresado.

“Los datos son de ensayos preclínicos, pero este un gran primer paso”, completa.

Interdisciplina, Ubatec y futuro

Albana indica otros dos ítems centrales para si investigación. Una fue la colaboración, en conjunto, de becarios/as e investigadores/as que la acompañaron en todo el proceso científico. “El cáncer es una enfermedad compleja, por eso trabajar en la interdisciplina es primordial porque precisás el conocimiento de distintas áreas, como especialistas en metabolismo, en tejido adiposo, en basculación, o hasta en ciencia de datos, ante tanta información que está dando vueltas. Todos perseguimos el mismo objetivo que es hacer ciencia”, expresa. 

Por otro lado, Gattelli destaca el apoyo de Ubatec. Es que la empresa de base tecnológica de la Universidad de Buenos Aires es la encargada de administrar los fondos de este estudio sobre el cáncer de mama. “Han sido excelentes administradores y el sistema funciona muy bien”, dice y cuenta que delegar la parte burocrática de la investigación en Ubatec posibilitó “ahorrar tiempo para dedicarnos exclusivamente al estudio científico”. 

La charla sigue con los otros proyectos en los que trabaja Albana, con líneas de investigación que van desde el estudio de otro receptor (el factor de crecimiento endotelial vascular proteico) a un trabajo colaborativo centrado en la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos contra el cáncer de mama utilizando una plataforma de análisis genético. “Todos tienen el mismo propósito”; dice.

-Hacer una contribución a la salud.

-Sí, exactamente eso -contesta.

Sabías que…

si bien el cáncer de mama es una enfermedad difícil de prevenir, es posible tomar medidas que disminuyan los factores de riesgo y la probabilidad de aparición de la enfermedad. Los especialistas recomiendan las siguientes pautas:

  • Adoptar una alimentación saludable basada tanto en el consumo diario de frutas y verduras y de legumbres, cereales integrales y frutos secos, como en la reducción del consumo de fiambres, embutidos, manteca , leche entera y de productos de pastelería, snacks y golosinas, entre otros.
  • Realizar actividad física todos los días, al menos 30 minutos.
  • Evitar el consumo excesivo de alcohol.
  • Evitar el tabaco y mantener los ambientes libres de humo.

En tanto, la mamografía permite diagnosticar tempranamente esta enfermedad y ofrecer por lo tanto mejores oportunidades de cura. Se recomienda que todas las mujeres de 50 a 69 años se realicen al menos una mamografía cada dos años junto a un examen físico de las mamas por parte de un profesional de la salud. Tanto las mujeres menores de 50 años como las mayores de 69, deben consultar con el médico acerca de la conveniencia de hacer o no una mamografía.

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